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Nuestra Señora de GuadalupebellEl Santo Rosario: La Importancia de los Misterios DolorososLa perseverancia en la oración es fundamental en la vida de todo fiel católico, es de recordar que es el llamado a estar en constante comunicación y diálogo ente Dios y nosotros. En ella, el Padre nos espera gustoso para que le compartamos todos nuestros momentos, nuestros anhelos, tristezas o carencias, pero también nuestras alegrías y éxitos, siendo conscientes de que sin Dios nada podemos y nada nos es dado sin que Él lo haya permitido para nuestra propia santificación.Para que nosotros podamos iniciar esta conversación es de gran utilidad contemplar con el Santo Rosario los principales Misterios de Jesús, desde su Anunciación hasta su Resurrección y Glorificación. Y ¿por qué el Rosario? Porque “es una oración apreciada por muchos santos y fomentada por el Magisterio de la Iglesia, destinada a producir frutos de santidad. El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en Jesucristo. Concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor” (cfr. Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae [en adelante RVM] Beato Juan Pablo II, 16 de octubre 2002, No. 1)La Historia del Santo Rosario se remonta a la antigüedad; los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra “rosario” significa "conjunto de rosas".
Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al martirio por los romanos, marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más vistosas y con sus cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones al ir al encuentro de Dios. Por la noche, los cristianos recogían sus coronas y por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las mártires. En la Edad Media, los monjes recitaban los 150 Salmos, oración considerada sumamente agradable a Dios y fuente de innumerables gracias para aquellos que la rezaran. Para que la gente del pueblo los pudiera acompañar se cambiaron los 150 Salmos por 150 Avemarías, divididas en quince decenas. A esto se le llamó “el Salterio de la Virgen”. En los albores del siglo XIII, Santo Domingo de Guzmán; el fundador de la Orden de Predicadores, mejor conocida como “Dominicos”, sufría al ver que la gravedad de los pecados de la gente estaba impidiendo la conversión de los albigenses (quienes afirmaban que el mundo material es una obra demoniaca) y decidió ir al bosque a rezar. Estuvo en oración tres días y tres noches haciendo penitencia y flagelándose hasta perder el sentido. En este momento, se le apareció la Virgen con tres ángeles y le dijo que la mejor arma para convertir a las almas duras no era la flagelación, sino el rezo de su salterio. Santo Domingo se dirigió en ese mismo momento a la catedral de Toulouse, sonaron las campanas y la gente se reunió para escucharlo. Cuando iba a empezar a hablar, se soltó una tormenta con rayos y viento muy fuerte que hizo que la gente se asustara. Todos los presentes pudieron ver que la imagen de la Virgen que estaba en la catedral, alzaba tres veces los brazos hacia el Cielo. Santo Domingo empezó a rezar el salterio de la Virgen y la tormenta se terminó.En otra ocasión, Santo Domingo tenía que dar un sermón en la Iglesia de Notre Dame en París con motivo de la fiesta de San Juan y, antes de hacerlo, rezó el Rosario. La Virgen se le apareció y le dijo que su sermón estaba bien, pero que mejor lo cambiara y le entregó un libro con imágenes, en el cual le explicaba lo mucho que gustaba a Dios el rosario de Avemarías porque le recordaba ciento cincuenta veces el momento en que la humanidad, representada por María, había aceptado a su Hijo como Salvador. Santo Domingo cambió su homilía y habló de la devoción del Rosario y la gente comenzó a rezarlo con devoción, a vivir cristianamente y a dejar atrás sus malos hábitos.Después de una vida en la que se dedicó a predicar y hacer popular la devoción del Rosario entre las gentes de todas las clases sociales para el sufragio de las almas del Purgatorio, para el triunfo sobre el mal y la prosperidad de la Santa Madre Iglesia, Santo Domingo murió en 1221. El rezo del Rosario mantuvo su fervor por cien años después de su muerte, pero empezó a ser olvidado. En 1349, hubo en Europa una terrible epidemia de peste a la que se le llamó “la peste negra” en la que murieron muchísimas personas. Tiempo después el fraile Alan de la Roche (1428-1475), superior de los dominicos en la misma provincia de Francia donde había comenzado la devoción al Rosario, tuvo una aparición en la cual Jesús, la Virgen y Santo Domingo le pidieron que reviviera la antigua costumbre del rezo del Santo Rosario. El Padre Alan comenzó esta labor de propagación junto con todos los frailes dominicos en 1460. Ellos le dieron la forma que conocemos, con la aprobación eclesiástica. A partir de entonces, esta devoción se extendió en toda la Iglesia y ha sido por siglos para muchos Santos y Papas, “un instrumento espiritual eficaz ante los males de la sociedad.” (RVM, No. 2)“El Rosario en una de las modalidades tradicionales de la oración cristiana orientada a la contemplación del rostro de Cristo”. Así lo describía el Papa Pablo VI:<> - se convierte también en alabanza constante a Cristo, término último del anuncio del Ángel y del saludo de la Madre del Bautista: <> (Lc 1,42). Diremos más: la repetición del Ave María constituye el tejido sobre el cual se desarrolla la contemplación de los misterios: el Jesús que toda Ave María recuerda es el mismo que la sucesión de los misterios nos propone una y otra vez como Hijos de Dios y de la Virgen>>.” (RVM No. 18)Actualmente el Santo Rosario consta no sólo de 150 Avemarías, sino de 200, pues son veinte los Misterios que se contemplan y “nos ponen en comunión vital con Jesús a través – podríamos decir – del Corazón de su Madre. En efecto es en realidad contemplar con María el rostro de Cristo” (RVM No. 2 y 3). Los Misterios son: Los Gozosos (que se contemplan los lunes y sábados) – La Anunciación a María del nacimiento de Jesús, La Visitación de María a su prima Santa Isabel, El Nacimiento de Jesús en el portal de Belén, la Presentación de Jesús en el templo y la Purificación de María, Jesús perdido y hallado en el templo –. Los Dolorosos (que se contemplan martes y viernes) – La oración de Jesús en el huerto de Getsemaní, La Flagelación, La Coronación de espinas, Jesús carga la Cruz, La Crucifixión –. Los Luminosos (que se contemplan el jueves) – El Bautismo de Jesús, La auto-revelación en las bodas de Caná, El anuncio de la Buena Noticia del Reino invitando a la conversión, La Transfiguración, La Institución de la Eucaristía –. Y los Gloriosos (que se contemplan el miércoles y domingo) – La Resurrección de Jesús, La Ascensión, La venida del Espíritu Santo, La Asunción de María, La Coronación de María como Reina y Señora de cielos y tierra -.La Misión propone la contemplación del Santo Rosario porque “comprendido en su pleno significado, conduce al corazón mismo de la vida cristiana y ofrece una oportunidad ordinaria y fecunda, espiritual y pedagógica, para la contemplación personal, la formación del Pueblo de Dios y la nueva evangelización.” (RVM No. 3) “Ante todo, por la urgencia de implorar a Dios el don de la paz.” (RVM No. 6) Propuesta que no es hecha a nombre de La Misión, sino que ha sido dada muchas veces por los Papas de la Iglesia (cfr. RVM No. 6), el mismo Papa Pío IX dijo: “denme un millón de familias rezando el Rosario y se salva el mundo.” Además de que la mismísima Virgen nos ha exhortado a recurrir a esta forma de oración en sus apariciones de Lourdes y Fátima, efectivamente, “María, propone continuamente a los creyentes los ‘misterios’ de su Hijo, con el deseo de que sean contemplados, para que puedan derramar toda su fuerza salvadora.” (RVM No. 11) Ahora bien, La Misión, anima a sus miembros a meditar los Misterios Dolorosos diariamente (sin excluir los demás Misterios indicados por nuestra Santa Madre Iglesia para cada día) porque se ha reconocido que muchos de los grandes santos de la Iglesia han dicho, que la profundidad de su entendimiento de Dios sucedió con la diaria contemplación de la Pasión de Nuestro Señor Jesús; es decir, que cuando cada día se medita con recogimiento la Pasión, se va profundizando más y más en ella. La Pasión es “el culmen de la revelación del amor y la fuente de nuestra salvación” (RVM No. 22). Cuando se reza y se pide el Don de la Pasión de Cristo, es porque se está buscando el Amor de Dios, se quiere saber más, se quiere preguntar y se toca la puerta del Señor con plena confianza de que se escucha nuestra voz y nos da respuesta. Cuando se contempla la Pasión desde el corazón, se nos enseña cada vez algo diferente. “Los misterios de dolor llevan al creyente a revivir la muerte de Jesús poniéndose al pie de la cruz junto a María, para penetrar en ella en la inmensidad del amor de Dios al hombre y sentir toda su fuerza regeneradora” (RVM No. 23).Cuando en la oración del Santo Rosario en sus Misterios Dolorosos, se hace la meditación y se proclama la intención dada por La Misión para cada misterio, se está invocando la memoria de Jesús y su Pasión. Se pide en su Nombre que nos permita llegar dentro de sus Llagas sufridas en cada Misterio, para colocar en lo más profundo de ellas a nuestros hermanos que están al frente de tantos aspectos de nuestra sociedad y que afectan nuestras vidas: los Obispos y sacerdotes, los que se encuentran en los medios de comunicación, los que se encuentran en el gobierno y la política, los que están en el medio de las finanzas y el comercio, los que tienen autoridad sobre otros y a las familias. Entonces en el Nombre de Jesús, sellamos dentro de sus Santas Llagas, con su Preciosa Sangre, a todas esas personas y las encerramos en las heridas de su Sagrado Cuerpo para que sean allí resguardadas; las devolvemos a Nuestro Señor para que las proteja e ilumine y no permita que se corrompan por más tiempo. Invocamos, a su vez, su Divina Justicia, pero ante todo, su Divina Misericordia.Entendamos la importancia de esta oración: si todos estamos rezando las mismas oraciones, por las mismas intenciones cada día, miles y miles de nosotros, entonces esta oración será casi incesante y el Padre escuchará y estará de acuerdo. Pues Jesús nos dice: “si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, la obtendrán de mi Padre del cielo” (Mt 18,19).Es imprescindible que las personas comprendan esto y comprendan también que cuando una familia ora unida diariamente, esas gracias en sí son inestimables contra la obscuridad que espera en estos tiempos a la puerta de cada hogar; cada vez que se enciende el televisor o se accesa el Internet, etc. Y que también recuerden que LA FAMILIA QUE ORA UNIDA, PERMANECE UNIDA (P. Patrick Peyton). Recorramos, pues, con María las escenas del Rosario, particularmente de la Pasión de Nuestro Señor y penetremos en sus secretos para entender su mensaje (cfr. RVM No. 14) y para orar por la conversión y la paz del Mundo.
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