A los miembros de la Misión les sugerimos las siguientes prácticas diarias:

 

 

"Liberémonos de todo impedimentoy del pecado que

continuamente nos asalta, y corramos con perseverancia

en la carrera que se abre ante nosotros, fijos los ojos en Jesús,

autor y consumador de la fe, el cual, animado por la alegría que le esperaba,

soportó sin acobardarse la cruz y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios". Heb 12, 1-3 

 

  1. En la mañana, al levantarse, lo primero que hay que hacer es renovar tu consagración y la de tu familia a Dios por medio de la Oración Matutina, uniendo tu libre albedrío con Dios y pidiéndole que se haga Su Divina Voluntad en ti ese día.
  2. Durante el día, cualquier cosa que estés haciendo, una y otra vez, hasta que se convierta en una manera de vivir, di: ‘Jesús, te amo’.
  3. Ofrecer tu trabajo cada día como una oración a Dios por la conversión de los pecadores.
  4.  Orar por el don de la Misa Diaria. Una vez obtenido, prepárate al menos 10 minutos antes de cada Misa para recibir a Nuestro Señor  y da gracias al menos durante  5 minutos después de haberlo recibido.
  5. El Rosario diario, rezando los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, pidiendo por el don del conocimiento de la Pasión de Cristo. (Los misterios luminosos son a discreción de cada persona).
  6. Adoración al Santísimo Sacramento tan frecuente como sea posible, pero al menos una vez por semana: 30 minutos el Rosario y 30 minutos en silencio.
  7. Confesión una vez por semana o tan menudo como sea posible.
  8. Ayuno los miércoles y viernes de ser posible de 6:00 am a 6:00 p.m, o bien, según tus posibilidades.
  9. Rezar las oraciones de Santa Brígida durante un año, por lo menos una vez en tu vida.
  10. Oración y meditación de la Pasión con las Estaciones de la Cruz por lo menos una vez por semana.

 

En general, los miembros de la Misión nos comprometemos cada día a trabajar para:

 

- Dejar de ofender a Dios, especialmente en las cosas pequeñas.

- No continuar callados frente al mal sin importar las consecuencias, aunque seamos la única velita encendida en un mundo de obscuridad.

-Trabajar en nuestro cambio personal, dejando de culpar a otros por los eventos que pasan en nuestras vidas, antes bien, cambiar nosotros mismos primero.

-Orar diariamente por las cosas que necesitan cambiar en nuestra sociedad, ciudad y especialmente en nuestro hogar; orando por aquellos en nuestro Gobierno, especialmente por su líder; orar por nuestro esposo, esposa, hijos, etc..

- Orar diariamente por las almas del purgatorio, por la Iglesia y la conversión de los pecadores.

-Recordar a los pobres, los enfermos, los ancianos y aquellos que no tienen a nadie.

-Orar con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente, y orar también para amarnos unos a otros.

 

Debes recordar que estas prácticas deben adquirirse gradualmente, una a la vez. Ve despacio y hasta que te sientas conforme con cada actividad adquirida, añade entonces otro elemento. No tomes más de lo que puedas llevar a cabo cómodamente, conforme a tu estado de vida y circunstancias personales.

 

 

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